Desarrollar buenas habilidades con las mujeres es solo una parte de la masculinidad. La otra parte (y en cierta forma la más importante) es tener una dirección clara hacia donde vas y trabajar día a día para desarrollar el carácter y las habilidades necesarias para convertirte en un hombre capaz de alcanzar sus metas.
Si se descuida esta parte nunca vamos a tener un centro fijo en nuestra vida. En esos casos, nuestra sensación de valor siempre va a depender de las mujeres; en las épocas en que nos va bien con ellas nos sentimos felices pero en las que estamos de mala racha sentimos que no valemos nada.
En cambio, cuando tienes metas claras y todos los días trabajas para acercarte un poco más a tu destino, obtienes una sensación interna de valor que nadie puede destruir. No dependes de la aprobación de las mujeres para sentirte autovalorado. Disfrutas más cuando aparece alguna mujer en tu vida porque puedes compartir el camino que estás recorriendo con ella pero no te vuelves dependiente de su aprobación.
Gracias a esto es que podemos tener relaciones sanas con ellas, ya que no andamos buscando controlarlas todo el tiempo para sentirnos bien con nosotros mismos.
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